Prevención de caídas, ¿cómo podemos ayudar en casa?

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Sufrir una caída o tener miedo de padecerla puede cambiar la vida de una persona, puede llevar a perder el entusiasmo y las ganas de salir, la posibilidad de mantenerse independiente y seguir viviendo sólo.

La expectativa de vida está aumentando en todo el mundo. Las caídas son un problema frecuente en los adultos mayores y se estima que el 30% de los mayores de 65 años tienen riesgo de caerse, al menos, una vez por año. Este riesgo se duplica si la persona ya tuvo una caída.

El riesgo es mayor a medida que aumenta la edad. A los 85 años el riesgo de caerse llega al 60%, es decir, que de 100 personas de 85 años, 60 se han caído alguna vez, si es que no se cayeron previamente, o no tienen problemas en la marcha que aumenten el riesgo.

Generalmente, se piensa que cuando una persona mayor se cae no sucede nada importante pero, cuando se les pregunta, se descubre que el miedo a caerse es algo muy frecuente, aunque nunca se hayan caído, sobretodo le tienen miedo a las consecuencias que pueda dejar esa caída.
Suele pasar que ante una caída se oculte la misma por vergüenza o miedo, lo cual muchas veces empeora las consecuencias de la caída.

Es indispensable que el asistente del adulto mayor o sus familiares detecten con anterioridad todos los factores de riesgo que tiene el adulto mayor, que no son modificables, como por ejemplo, las enfermedades crónicas que padece, los medicamentos que toma o las alteraciones visuales y/o auditivas. Detectar precozmente estos factores nos llevarán a tener un especial cuidado con aquellos adultos mayores que tienen mayor riesgo de presentar caídas.

Como muchos sabéis, aparte del trabajo en clínica también hago domicilios y, aunque intento explicaros todo a cada uno de vosotros de forma individual, me apetece compartir con la población en general estos detalles que pueden salvar a más de uno de una caída.

Cuando llego a casa de un paciente nuevo, lo primero de todo es la presentación, la entrevista personal (previamente a la cita ya realizo una a los familiares) y nos planteamos unos objetivos REALES que vamos a intentar adquirir con la terapia, que es básicamente en lo que consiste la fisioterapia a domicilio, ya que la persona no es capaz de poder salir por sí mismo.

Pero, algo que no muchos saben, es que el fisioterapeuta empieza a trabajar ya desde la entrada de casa, casi antes de tocar el timbre. Empezamos a observar el acceso al mismo, si tiene escaleras, de qué altura, si tiene barandillas, si el suelo es resbaladizo… y ya nuestra cabeza va a 1000 rpm diseñando estrategias para conseguir la mayor autonomía posible para el paciente.

Cuando entramos al domicilio en sí, escaneamos a fondo todas aquellas cosas que se encuentran en él que deberemos quitar o cambiar de lugar para evitar las temidas caídas del paciente en cuestión. De hecho, muchas veces aclaro desde la entrada que no trato de “rexubar” (palabra Camariñana que significa “cotillear”), sino analizar todo al detalle para conseguir la mejor autonomía del paciente.
Hay una serie de situaciones que me encuentro prácticamente en todos los domicilios que son las siguientes:

  • Alfombras: ¡Ay las alfombras! Una alfombra en casa es igual a una posible caída. Normalmente los pacientes con movilidad reducida caminan prácticamente arrastrando los pies. Cuando llegan a la zona de la alfombra, se engancha el pie debajo de esta, intentan levantarlo y se levanta la alfombra junto con su pie y van al suelo porque se desequilibran.
  • Zapatillas: Mi cara lo dice todo… ¡NOOOO! Zapatillas abiertas no, por favor! Es imprescindible que el calzado sea cerrado, que el cierre de atrás sea fuerte y mantenga el pie bien sujeto dentro de la zapatilla. De este modo, el pie no se sale y así se evitan desequilibrios y posibles caídas.
  • Cables y mangueras en la terraza: Otro error común es tener cables por el suelo, bien sean del cargador de un móvil, un alargador, el cable de la televisión… Al igual que con las alfombras, estos pacientes levantan muy poquito el pie para caminar y un obstáculo de milímetros los puede desequilibrar. También es importante tener la manguera recogida en la terraza, pero esto ya en términos de seguridad para todos! Un traspié lo puede tener cualquiera…
  • Muebles de dudosa consistencia: Mesitas o tablas en el comedor con ruedas que no son fijas y se mueven cuando se apoya alguien, mesas que son viejas y al apoyarse tiene peligro que se rompa, muebles viejos con riesgo de que rompa o desmonte… Todas estas situaciones son más comunes de lo que creéis y hay que tener en cuenta que estas personas dependientes, se ayudan de los muebles para caminar y si su consistencia es bastante dudosa, tenemos caída asegurada.
  • Ayudas técnicas en buen estado: Parece obvio, ya lo sé. ¿Pero cuántos nos ponemos a mirar si los tacos de los andadores están en buen estado? Con los bastones, andadores, muletas… pasa igual que con los coches, hay que hacer revisiones (en este caso visuales) periódicas. Las ayudas técnicas tienen un mantenimiento muy básico, pero muy importante, ya que es lo que otorga la seguridad al paciente.

¡Espero que estas claves os sean de ayuda! Si os gustó la publicación, ayúdanos a compartir el mensaje enviando este blog a tus contactos. También espero ansiosa tu comentario, positivo o negativo y que me digáis qué es lo que os gustaría leer por aquí. ¡Nos vemos en el siguiente blog!

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